jueves, 1 de enero de 2009

Arte y erotismo, vasos comunicantes - C. Rafael Acosta de Arriba.


Arte y erotismo, vasos comunicantes
C. Rafael Acosta de Arriba
Desde que el arte se conoce y reconoce, allá en la profundidad de épocas muy remotas, el cuerpo humano y su representación han sido siempre objeto de la mirada creativa del hombre. Me refiero a pictogramas, ideogramas, pequeñas esculturas, vasijas con escenas costumbristas, frisos, figuras votivas, en fin, a las iniciales expresiones artísticas de la humanidad.
Por ese camino de miles de años pronto descubrimos las primeras representaciones eróticas, más o menos explícitas de acuerdo con la cultura de que se trate, pero siempre reflejando los deseos, las posturas sexuales, la relación amorosa y sensual entre los seres humanos.
(...) El hombre se mira en la sexualidad. El erotismo es reflejo de la mirada humana en el espejo de la naturaleza. Así lo que distingue al erotismo de la sexualidad no es la complejidad sino la distancia. El hombre se refleja en la sexualidad, se baña en ella, se funde y se separa. Pero la sexualidad no mira nunca el juego erótico; lo ilumina sin verlo.
Apostillo: el erotismo, al igual que el arte, es imaginación, fabulación, un asunto absolutamente mental; es la relación con la otredad del ser humano; es avidez, sed, recurrencia de imágenes conectadas con la experiencia sexual y sensual de cada persona.
(...) El uso visual del fragmento del cuerpo ha sido una de las grandes aportaciones del arte fotográfico a las representaciones artísticas del cuerpo y del erotismo. Pero también la fotografía reforzó una vieja polémica: las diferencias y las similitudes entre pornografía y erotismo.
Esta vieja discusión fue replanteada con el desarrollo de la fotografía primero y del cine después. Toneladas de papel gastadas sobre el tema, decenas de sonadas causas judiciales y numerosos artistas excéntricos y extravagantes lanzados a la fama, son hechos que sazonaron esta polémica recurrente. Lo escatológico y lo grosero, lo pedestre en la imagen y lo sexual sin aliento artístico deben quedar fuera de todo análisis, a mi juicio, si de arte se trata, pero lo que sí queda claro es que los límites entre ambos conceptos son difíciles de precisar en muchas ocasiones y su percepción pasa por la cultura del observador y de sus propias experiencias sexuales. Quizás la lacónica frase de un célebre crítico de cine francés pueda resumir todo el fenómeno: «La pornografía es el erotismo de los demás.»
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