"Introducción a la Literatura Satírica" - Juan José Millas / "Risas y sonrisas de Karl Marx" - Fernando Buen Abad Domínguez
Uno de los procedimientos satíricos es el de la inversión.
En la ilustración son los peces los que pescan y los hombres los
que «pican», utilizando como cebo artículos habitualmente deseables
que «pican», utilizando como cebo artículos habitualmente deseables.
En la ilustración son los peces los que pescan y los hombres los
que «pican», utilizando como cebo artículos habitualmente deseables
que «pican», utilizando como cebo artículos habitualmente deseables.
Introducción a la
Literatura Satírica
Juan José Millas
La sátira es una especie de espejo donde el espectador descubre generalmente todas las caras excepto la suya.
La capacidad de reír va unida al hombre como la capacidad de volar va unida a las aves. La risa es seguramente una conquista de la inteligencia, pero también una marca de la debilidad de quienes la poseen.
El hombre es, desde algún punto de vista, un ser patético: piensa de un modo, pero sus senti- mientos, con frecuencia, le obligan a actuar en sentido contrario; su mente es capaz de concebir los paraísos más excelsos, pero en la práctica ha llegado a crear organizaciones sociales donde la vida cotidiana guarda sospechosas afinidades con el sufrimiento infernal. La contradicción entre sus impulsos afectivos y sus tendencias lógicas hacen de él un ser especialmente apto para la provocación de toda clase de catástrofes. Tiene la rara facultad de apostar contra sí mismo y perder. Por si esto fuera poco, su ambición suele ir más allá de sus posibilidades; su inteligencia, más lejos que sus manos; su corazón, como decía el filósofo, tiene razones que su razón ignora.
Aún podríamos añadir a esta breve lista de despropósitos uno último y el más desgarrador tal vez: que, siendo la inmortalidad una invención suya, él mismo ha de morirse como el resto de los seres que pueblan el planeta.
El hombre es, desde algún punto de vista, un ser patético: piensa de un modo, pero sus senti- mientos, con frecuencia, le obligan a actuar en sentido contrario; su mente es capaz de concebir los paraísos más excelsos, pero en la práctica ha llegado a crear organizaciones sociales donde la vida cotidiana guarda sospechosas afinidades con el sufrimiento infernal. La contradicción entre sus impulsos afectivos y sus tendencias lógicas hacen de él un ser especialmente apto para la provocación de toda clase de catástrofes. Tiene la rara facultad de apostar contra sí mismo y perder. Por si esto fuera poco, su ambición suele ir más allá de sus posibilidades; su inteligencia, más lejos que sus manos; su corazón, como decía el filósofo, tiene razones que su razón ignora.
Aún podríamos añadir a esta breve lista de despropósitos uno último y el más desgarrador tal vez: que, siendo la inmortalidad una invención suya, él mismo ha de morirse como el resto de los seres que pueblan el planeta.
Este desencuentro entre lo que puede imaginar y lo que realmente le es dado alcanzar produce en el hombre, además de innumerables trastornos de orden nervioso, una suerte de mueca sonora que llamamos risa.«La risa –decía Baudelaire– es satánica; se trata, pues, de algo profundamente humano.»
Está claro que la compleja actividad del hombre se puede mirar desde otros sitios y obtener con esa mirada conclusiones satisfactorias. Su lucha por la supervivencia, su ambición de poder, su dominio sobre la Naturaleza, en fin, son hechos susceptibles de una consideración auto- complaciente y vanidosa. En fin de cuentas, el hombre ha demostrado una notable habilidad para negar todo aquello que pudiera devolverle una imagen poco grata de sí mismo. Los mecanismos de esta negación van desde la simple ceguera selectiva hasta las más sofisticadas artimañas por medio de las cuales el ser humano atribuye a los otros lo que no puede soportar ver en sí mismo. La definición de Swift citada al principio de este trabajo es expresiva de esta tendencia, tan exclusivamente humana como la risa, de descubrir en los demás aquello que sin embargo anida en nuestro corazón.
(...)Decíamos que el hombre parece ser el único animal de la Naturaleza con capacidad para la risa. Junto a esta capacidad de reír aparece también la de reírse de sí mismo y de sus semejantes. De ahí nace, como una interpretación posible, el carácter satánico que Baudelaire atribuye a este hecho profundamente humano. Y es que, en verdad, parece algo diabólico que un ser pueda reírse de sus propias carencias, de sus limitaciones, de sus defectos en suma. Pero no olvidemos que es la no aceptación de esas limitaciones, de esas carencias o de esos defectos lo que conduce al hombre a adoptar actitudes grotescas que por algún raro mecanismo producen risa.«El tema perenne de la sátira –afirma Matthew Hodgart– consiste en la propia condición humana.»La sátira será, pues, un punto de vista desde el que se contempla y juzga esa condición. Lo primero que advertimos, por tanto, es que esa especial actitud que induce a poner de manifiesto lo que en el hombre hay de patético, grotesco o simplemente cómico no es exclusiva ni de los escritores ni de la literatura.Una de las manifestaciones de ese don es el chiste, del que nos ocuparemos más adelante, pero anotemos ya su carácter popular y por lo general anónimo, que nos indica que la visión satírica del Mundo y su expresión verbal son patrimonio de todos.
Está claro que la compleja actividad del hombre se puede mirar desde otros sitios y obtener con esa mirada conclusiones satisfactorias. Su lucha por la supervivencia, su ambición de poder, su dominio sobre la Naturaleza, en fin, son hechos susceptibles de una consideración auto- complaciente y vanidosa. En fin de cuentas, el hombre ha demostrado una notable habilidad para negar todo aquello que pudiera devolverle una imagen poco grata de sí mismo. Los mecanismos de esta negación van desde la simple ceguera selectiva hasta las más sofisticadas artimañas por medio de las cuales el ser humano atribuye a los otros lo que no puede soportar ver en sí mismo. La definición de Swift citada al principio de este trabajo es expresiva de esta tendencia, tan exclusivamente humana como la risa, de descubrir en los demás aquello que sin embargo anida en nuestro corazón.
(...)Decíamos que el hombre parece ser el único animal de la Naturaleza con capacidad para la risa. Junto a esta capacidad de reír aparece también la de reírse de sí mismo y de sus semejantes. De ahí nace, como una interpretación posible, el carácter satánico que Baudelaire atribuye a este hecho profundamente humano. Y es que, en verdad, parece algo diabólico que un ser pueda reírse de sus propias carencias, de sus limitaciones, de sus defectos en suma. Pero no olvidemos que es la no aceptación de esas limitaciones, de esas carencias o de esos defectos lo que conduce al hombre a adoptar actitudes grotescas que por algún raro mecanismo producen risa.«El tema perenne de la sátira –afirma Matthew Hodgart– consiste en la propia condición humana.»La sátira será, pues, un punto de vista desde el que se contempla y juzga esa condición. Lo primero que advertimos, por tanto, es que esa especial actitud que induce a poner de manifiesto lo que en el hombre hay de patético, grotesco o simplemente cómico no es exclusiva ni de los escritores ni de la literatura.Una de las manifestaciones de ese don es el chiste, del que nos ocuparemos más adelante, pero anotemos ya su carácter popular y por lo general anónimo, que nos indica que la visión satírica del Mundo y su expresión verbal son patrimonio de todos.
(...) Hasta nuestros días, en todas las lenguas, la literatura satírica se ha engrandecido con aquellos autores que, bien de forma ocasional o periódica, han elegido este medio de expresión para denunciar todo aquello que en el hombre, y en las instituciones creadas por él, sigue siendo motivo de risa, aun cuando se trate de una risa triste y de tenebrosas resonancias.«La risa –volvemos a Baudelaire– es satánica; se trata, pues, de algo profundamente humano.»
Juan José Millas
Juan José Millas
Índice
Introducción a la Literatura Satírica.2
Consideraciones generales.2
La sátira como punto de vista.2
La sátira y los géneros literarios.3
Sátira, invectiva y parodia.4
Los recursos formales de la sátira.4
El humor, la risa, el chiste.5
Las técnicas.6
Los temas de la sátira.7
La sátira en la historia de la literatura.7
La sátira como punto de vista.2
La sátira y los géneros literarios.3
Sátira, invectiva y parodia.4
Los recursos formales de la sátira.4
El humor, la risa, el chiste.5
Las técnicas.6
Los temas de la sátira.7
La sátira en la historia de la literatura.7
La sátira en la antigüedad.8
La sátira en la antigüedad greco-latina.8
Roma.8
Grecia.9
La sátira en la literatura medieval.10
España.10
Francia y el Renacimiento.10
Otras literaturas.11
Literatura satírica española en el Renacimiento y Siglo de Oro.12
La novela picaresca.12
El Quijote.13
Quevedo.14
El gran siglo francés.14
Inglaterra en la época neoclásica (1660-1800).15
Evaluación final.15
Algunas consideraciones relativas al siglo XIX.16
Adendda:
La sátira en la antigüedad greco-latina.8
Roma.8
Grecia.9
La sátira en la literatura medieval.10
España.10
Francia y el Renacimiento.10
Otras literaturas.11
Literatura satírica española en el Renacimiento y Siglo de Oro.12
La novela picaresca.12
El Quijote.13
Quevedo.14
El gran siglo francés.14
Inglaterra en la época neoclásica (1660-1800).15
Evaluación final.15
Algunas consideraciones relativas al siglo XIX.16
Adendda:
Risas y sonrisas de Karl Marx / Fernando Buen Abad Domínguez
Otra risa es posible... contra la alienación.17
Otra risa es posible... contra la alienación.17
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