El
Prerrafaelismo
A mediados del siglo XIX el Reino
Unido era un aburrimiento. El arte era insoportablemente académico, victoriano,
frío. La creatividad no brillaba precisamente y los jóvenes creadores se
marchitaban en la rigidez del almidón. Los artistas se habían rendido a la
vulgaridad. ¿Todos los artistas…? No.
Tres jóvenes estudiantes de la Royal
Academy llamados Millais, Hunt y Rossetti se empiezan a reunir en casa del
primero para crear una sociedad secreta: la Hermandad Prerafaelita. Tres
amigos, tres artistas totalmente distintos en cuanto a actitud vital y estilo,
pero que juntos consiguieron enfrentarse a los obstáculos y hacer avanzar un
arte anclado en el pasado durante demasiado tiempo.
Tres hermanos que acogieron en su
hermandad a un grupo de gente de lo más talentoso –modelos, mecenas, críticos y
demás fauna–, que los ayudaron en sólo cinco años a quedar grabados de forma
indeleble en las páginas de la historia. Para empezar el nombre, que hace
referencia al arte realizado antes de Rafael, sobre todo el arte medieval y el
de los primitivos italianos, un arte que consideraban libre de cualquier
amaneramiento académico. Un arte puro.
Porque la libertad lo era todo para
estos jóvenes rebeldes. Y para ser libres necesitaban poder expresar ideas
auténticas y sinceras. Buscar lo extraordinario en lo ordinario. El objetivo
era que, una vez seleccionadas estas ideas, habría que buscar la perfección en
la creación de pinturas y esculturas.
El enigmático Dante Gabriel Rossetti
“medio italiano, medio loco” se erigió como el líder natural del grupo. Su
carisma era indiscutible y con su poder de persuasión y charlatanería logró
salvar el pescuezo en más de una ocasión. No pagaba Debía dinero, debía
encargos, pero para él sólo existían noches de juerga y sus dos grandes
pasiones: las mujeres pelirrojas y los animales exóticos. A menudo se dejaba
ver con armadillos o wombats y era habitual del zoo de Londres, donde pasaba horas
estudiando a los bichos.
El jovencito John Millais era el
niño prodigio. En cuanto a técnica, sin duda era el más talentoso de la
hermandad. Millais era tan bueno que con 4 años ya pintaba obras más que
notables. Un brillantísimo artista que tenía un futuro prometedor, aunque
algunos pensaron que estaba echando a perder su carrera por andar con malas
compañías.
William Hunt era el espiritual, pero
también el bruto. Le apodaban “el maníaco” y casi prefería el boxeo q la
pintura. Sin embargo sus pinturas muestran una sensibilidad sorprendente y una
ejecución de una delicadeza impropia del arte pugilístico. Cuadros que muestran
temáticas sociales, pinturas con referencias literarias y mucho simbolismo
religioso, o sencillas escenas de la vida cotidiana que Hunt pintaba con gran
atención al detalle, y mostraban un colorido muy vivo y elaborado.
La influencia del
prerrafaelismo acabó traspasando los límites de la pintura inglesa y se
convirtió, para muchos, en la primera vanguardia artística de la historia.
Sus inicios
contraculturales, su arte rabiosamente
nuevo, sus tormentosas vidas y, sobre todo, la libertad para
crear lo que tenían en sus corazones, los convirtieron en un modelo a
seguir por las siguientes generaciones de artistas que vieron que se podía
vivir- y muy bien- de crear un arte personal.
Recordamos desde aquí el legado de estos jóvenes
románticos que hace 170 años desafiaron lo establecido para hacer avanzar
la historia del arte. Miguel Calvo Santos
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