jueves, 9 de junio de 2011

110 Y 20 Aniversarios de Henri Lefebvre (Quinta Parte)


EL LEGADO MARXISTA
Y HUMANISTA DE

HENRI LEFEBVRE
Quinta Parte
Henri Lefebvre, Setiembre 1975.  Foto: Jean Denis Robert.

HENRI LEFEBVRE
MARX Y LA FILOSOFÍA
(...) En Berlín, el estudiante de diecinueve años abandonó súbitamente la poesía y el estudio especializado del dere­cho: acababa de descubrir la filosofía. Intentando poner un poco de orden en sus ideas jurídicas escribió a su pa­dre que «...sin un sistema filosófico, no se puede comprender nada».
(...) Esta crisis intelectual, este paso del realismo jurídico al idealismo de Hegel le hizo enfermar. Durante su enfer­medad, siguió leyendo a Hegel.
A finales de 1837, Marx era hegeliano —pero no sin re­ticencias, sin reservas, sin problemas propios—, sin de­jar de sentir «como un obstáculo la oposición entre lo ideal y lo real» y sin renunciar a buscar «la idea en la rea­lidad». Por encima de todo, Marx era todavía un demócrata li­beral e idealista; a través de la prensa se dirigía más al «público» que al pueblo para «ilustrarlo», convencido de que haría avanzar la historia con la sola fuerza de las ideas.(...) El «espectro del comunismo» recorría Europa. Por to­das partes se pronunciaba con espanto los nombres de los socialistas y comunistas franceses: el nombre de Proudhon, el de Cabet y el de Dezamy (demasiado olvidado actual­mente).
En octubre de 1842 Marx declaró en su periódico que no era comunista; incluso anunció una crítica del comunis­mo y fue precisamente para preparar esta crítica como se puso a leer las obras de los teóricos franceses.
Se proponía ser uno de aquellos hombres «liberales y pacíficos que asumen el ingrato papel de luchar por la libertad dentro de los límites constitucionales». Pero, al ponerse al frente de ellos, al colocarse en la punta de su combate, tendía ya a ir más allá de sus limitadas pers­pectivas.Como redactor en jefe del periódico, Marx hubo de es­tudiar una serie de cuestiones concretas, mientras la ma­yoría de sus amigos permanecían encerrados en los pro­blemas filosóficos abstractos.(...)Marx no salió, pues, de la filosofía únicamente en nombre de la filosofía. Tuvo necesidad de un contacto con la vida real, con lo social y humano concretos, con la acción práctica y la lucha política. Sólo así pasó de la filosofía crítica a la crítica de la filosofía, a su crítica social.(CONTINÚA EN ARCHIVO ADJUNTO)
 HENRI LEFEBVRE
LOGICA FORMAL,
LOGICA DIALECTICA
PREFACIO A LA SEGUNDA EDICION
I. Presentación general
Este libro, escrito en 1946-47, publicado poco después por las Editions Sociales, formaba parte de un ambicioso proyecto: un Tratado del Materialismo dialéctico en ocho volúmenes. El primer volumen, Logique formelle, logique dialectique («Lógica formal, lógica dialéctica»), debía servir de introducción a los volúmenes siguientes. Pero es el único que ha salido a la luz. ¿En qué condiciones se abandonó este proyecto? En condiciones políticas.
En pleno periodo staliniano, agravado por el «zdanovismo», se lanzó en Francia una consigan: Ciencia proletaria contra ciencia burguesa. Consigna justificada, se decía, por la situación mundial, y que llevaba al terreno teórico la lucha de clases práctica (política). Este volumen, al que se había exigido que no apareciera en un editor «burgués», y que pasaba por una victoria sobre los fanáticos stalinistas (la lectura y la exégesis de Stalin bastaban, según éstos, para la «formación ideológica») recibió severas críticas desde el momento de su aparición. Se le reprochaba que no contribuía a la elaboración de una lógica proletaria, revolucionaria, socialista. Los ideólogos, pretendidamente marxistas, que sostenían esta «orientación», si así puede llamarse, no pedían que se mostrara la lógica inherente al mundo de la mercancía y a su despliegue. No pedían un análisis de la cohesión interna, pese a sus contradicciones, de la sociedad burguesa (o de la sociedad socialista). Nada de eso. Su pensamiento, si merece tal nombre, pretendía ser más radical. Exigían que una lógica, en tanto que tal, tuviera un carácter de clase. Y si la lógica no podía tener o recibir ese carácter, ellos rechazaban la lógica. (...) ¿Por qué publicar de nuevo, veinte años después, este vo­lumen? No han faltado objeciones, pero no parecen muy decisivas. Este libro quería transmitir, es decir, enseñar, el pensamiento dialéctico, según un orden didáctico y teórico. Ningún otro ha ocupado su lugar. Pese a sus imperfecciones, es el único o casi el único. Y aquí está, pues, in extenso, es de­cir, con sus fragmentos impugnables, sus pasajes escabrosos, sus transiciones arriesgadas, sus ilusiones y sus errores, como testimonio de un esfuerzo metodológico y teórico, y para un eventual uso.
(...) En resumen, el «dia-mat» stalinizado no fue solamente una filosofía sistematizada a partir del marxismo, crítica radical de toda filosofía y de toda sistematización. No fue solamente una ideología restaurada como consecuencia de una crítica radical de las ideologías, una superabundancia, una excrecencia can­cerosa en la acepción leninista de estos términos. Fue una tentativa de totalización, un sistema filosófico-político, es decir, un neo-hegelianismo, una filosofía de estado, y una filosofía del Estado, pretendido resultado final de la filosofía de la historia y de la historia de la filosofía. La síntesis desembocaba en el Estado staliniano reforzado. Reducía la historia a la génesis de ese Estado, es decir, que en el staliniano hay un historicismo neo-hegeliano, presentado en nombre del «derrumbamiento» del hegelianismo. En el acoplamiento «filosofía-política» que carac­teriza a la filosofía en su último estadio, el término importante es el segundo. La filosofía propone, y el Estado dispone. El stali­nismo ha realizado la filosofía hegeliana, que anunciaba la rea­lización de toda filosofía, de toda la racionalidad elaborada por los filósofos, en y por el Estado. El stalinismo, sistema práctico, ha dado la verdad del sistema especulativo. Y así es como ha lle­vado a su término una historia, la de la filosofía y la del Esta­do, doble historia que quizá encierra lo esencial de la historia.(CONTINÚA EN ARCHIVO ADJUNTO)
Henri Lefebvre
La Espera
Cuánto tiempo te esperé
Tanto que creí olvidarte.
Tantas veces me vine a sentar
En un lugar común a la memoria y al sueño
En un lugar absoluto
Donde nos dimos cita antes del nacimiento del tiempo.
¡Aquí! Reconozco el sitio único.
Como hoy tantas veces he venido a sentarme
Y siempre fingía
Hacía como si considerara cosas
Para apartarme de ti
Pero con la mirada fija
En la entrada
Temible y trivial, la Puerta
De los posibles.
¡En ti! ¡No pensaba más que en ti!
Y acechaba los signos de la cercanía.
¿De qué morada de belleza
Desciendes tú errante?
¿De qué viaje más allá de los símbolos?
Has tardado tanto tiempo que se hace tarde
Y que el cielo se colma de astros inquietantes
Entonces, entras, yo te veo
Más hermosa que todos los signos
Bella como la alegría.
Atraviesas la puerta
Entras estás allí
Y mi corazón me habla con una voz ajena
De pronto y no puedo llamarte
Me dice que pasas
Sin verme fijado
En este extraño lugar despojado de sus magias
Que pasarás sin reconocerme
Yo que te espero desde el nacimiento del tiempo
Me dice esa voz que vienes de otra parte
Que miras a otra parte que vas a otra parte
Que este lugar miente como todos los lugares del mundo
Que jamás el recuerdo se alía con el sueño
En la verdad presente
Aquí es otra parte y siempre es jamás
Y eres como otra y pasas como alguna otra
Mi amor se burla de mí con su voz ajena
¿De qué Otro eres la idea? ¿De quién
La imagen y el Ángel o la Sombra?
¿De qué poder la mensajera?
¿La engañosa de qué otra parte?
Y pasando ya has pasado
Cuando yo te vi
Y permanezco aquí en este lugar de la ausencia
Espolón de ángulos ópera de estrellas
Presa de la otra parte del otro de las sombras del cielo
Del otro del otro y sin fin perdido.

Machu Picchu, a 3 de noviembre de 1972.

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